viernes, 27 de enero de 2012

Nak 59.0

Nak y Molibdeno tenían frío y miraban el anochecer. Paladeaban unas copas de nitrato de níquel. Nak consultó su agenda para comprobar que las ejecuciones se pondrían de moda en otoño. Molibdeno releía un libro de tapas ajadas en idioma desconocido.
El océano se tragó el sol al mismo tiempo que las gaviotas chillaban al ser descuartizadas por los niños ciegos del asilo. Nak comprendió que era hora de marcharse, Molibdeno comenzaba a morderle las pantorrillas. Caminaban uno al lado del otro, sin apenas hablar.
El viento del sureste venía arrancando trozos de casas y cabezas de transeúntes débiles. La ciudad comenzaba a dormirse entre el ulular, tétrico y malsano, de los condenados a muerte tras el sorteo de lotería. Funnytutti se subió a un fantasmal tranvía a la vez que Molibdeno le gritaba desde la esquina:
-¡La mermelada de naranja amarga sea contigo!
- Y con tu espíritu.- Musitó Nak dándose la palmada en el culo que correspondía a tan antiguo ritual.
- No olvides a Rododendro.- Llegó a escuchar Nak en voz de Molibdeno antes de que éste comenzase a esquivar los salivazos de Nak y de una horda de seminaristas bacantes en pleno éxtasis místico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario