Tan profunda como su mirada en cada adiós.
Tan profundo como sus ojos al clavarse en el abismo de su angustia.
Tan profunda como la sensación de vértigo al acercarse a unos labios.
Tan profundo como la opresión en el pecho en cada regreso.
Tan profunda como la herida que deja al devorar el corazón.
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