lunes, 31 de enero de 2011

Final

Tuvo el tiempo justo para secarse la cara, oír como se cerraba la puerta y quedarse, para siempre, con una mañana lluviosa, una cama deshecha, unos platos sin fregar, los ojos de una mascota y sus lágrimas en las mejillas.



sábado, 29 de enero de 2011

Mínimo

Demasiado pequeño este mundo, demasiado pequeño para tantas palabras; demasiado pequeño para tanto brillo de oscura supernova.
Mundos pequeños que parecen querer estallar como burbujas; a lo lejos quiero ver el Océano...y siento la lluvia, los olores conocidos, las caricias robadas, los sabores que estremecen.
Una lámpara encendida, un cigarrillo, una canción.
El frío de un eterno invierno, el  viento nocturno que  trae venenos ,llevándome  tan lejos como un espejismo.




viernes, 28 de enero de 2011

Recapitulación

Brisas que no se sabe de donde vienen, vacío en el estómago y vértigo en el pecho
Diferentes sensaciones, diferentes momentos: las piernas delgadas y bronceadas, la nuca despejada, el brillo de los labios rojos, pequeños suspiros, un abrazo cálido, un leve roce de labios, la boca fresca ,la mirada limpia y lasciva a un tiempo en un fogonazo de placer, un nombre susurrado, un tono de voz, un deje al hablar, unos ojos que hablan mientras el cuerpo dice otra cosa, olores, la manera de bailar, un vaquero ajustado, unas zapatillas de deporte, un atisbo de exotismo, una lengua fresca y experta, una música bien escogida susurrada al oído, unos dedos removiendo el hielo en un vaso, un beso robado, una noche de sexo sin prisas, una tarde de sexo apresurado, el sabor más exquisito apurado hasta el máximo, las palabras que no se dicen, una cazadora azul, un jersey naranja de cuello alto, una sonrisa, una noche lluviosa, mediodías de vermú, una melena oscura, una minifalda, medias y tacones, hoteles para disfrutar de camas king-size, una mano guiando en la oscuridad, lencería ,una playa lluviosa con sabor a cerveza, una mañana fría de invierno en una ciudad lejana, unos pasteles de canela, un portal vacío, unos dedos entrelazados en la parte trasera de un coche, un amanecer miope, mesa, mantel, copa de vino, frases tópicas que esconden deseos que jamás se realizarán, palabras que desarman, saberse expuesto, la mirada al despedirse, el asiento del copiloto, el escalofrío, la mano que acaricia, la sonrisa tras el despertar, una mañana de sexo inesperado, el rubor de unas mejillas en el instante preciso, el roce de la piel bronceada; el viento que arrasa y la corriente que arrastra.








Allí y entonces



Tal vez aquellos Ciudadanos se abran las venas llenas de hiel siguiendo los consejos del penúltimo gurú Zen.
Los ñandúes polacos se amustian bajo los aguaceros cíclicos mientras Molibdeno y Nak juegan a despachurrar crucifijos y cucarachas.
Ocurre.
Es el regreso o es el comienzo o solamente es aquí y ahora.
Dadles su tratamiento, piensa mientras vomita líquidos innombrables, dadles su dosis de mala conciencia.
Yo no tengo conciencia, la perdí a manos de Nak hace muchas noches; no tengo conciencia y eso me hace tanto bien.
Molibdeno y Nak hacen cabriolas sobre los vómitos .Girando, capturando imágenes y sabores. Se ríen, felices; saben que la noche no tiene fin aquí, que les pertenecen las pesadillas de los Ciudadanos, los sueños lúbricos de las novicias y las brisas húmedas.
Será de nuevo la hora de las decapitaciones y de nuevo buscarán las miradas vacías de los Ciudadanos dispuestos a inmolarse por un amargo trago de infecto licor.
Ya no quedan aguaceros, ni ciudades reflejadas en el Océano; queda el silencio pesado y húmedo de tardes olvidadas en cuartos con olores demasiado conocidos.
Así, de repente; los sordos escuchan y los mudos hablan; solamente falta que los ciegos vuelvan a ver.
La otra noche tuve sueños. No me gustó despertar; aún tuve tiempo de sacudirle un buen trago a la botella de vino caliente y volver a la duermevela; creo que todavía no he conseguido abrir los ojos.
Al fondo de la habitación Nak y Molibdeno intercambian conciencias y diablitos rosas.