Los abismos no avisan: surgen ante sus pies reclamando su botín. Las simas aguardan que se precipite en sus negras fauces. Nak piensa que es muy fácil dejarse arrastrar, abandonarse en las garras de la oscuridad sintiendo la caricia fría de lo desconocido ,relajarse con el silencio que precede al fragor del impacto contra aquello que aguarda al otro lado.
No, No avisan; sin embargo tenía todas los indicios indicaban que sucedería y que ,en alguna madrugada, aquel sueño no terminaría con un despertar agitado y un jadeo espasmódico.