miércoles, 6 de abril de 2011

Haiku

Ni sol, ni nubes africanas;
primavera light de postal sucia
verano ajado de océanos lejanos.

Falsend 1.0

Devoradores de estrellas se agolpan en las esquinas de las callejuelas malolientes para olvidar que sólo matan el tiempo, para no pensar en las tormentas de molibdeno, para huir de los tratantes de sueños.
Repeticiones de la misma cara una y otra vez. Torbellinos de edificios pensados para suicidas exigentes. Los tranvías arrastran los cuerpos de los ñandúes polacos atropellados.

¿Queremos realmente vivir entre la inmundicia o somos demasiado perezosos para dejar de ser prisioneros de la desidia?
La gran tela de araña de los sueños recobrados envuelve Falsend mientras los ciudadanos duermen confiados. Nosotros podríamos salvarla, pero se está tan bien aquí. Sonreímos cuando el tratan de sueños sirve otra ronda de estrellas para devorar. En un rincón dejamos nuestras esperanzas rotas.

                           ¡Qué tiempos!
Algunos creyeron ver al joven Nak intentando robar sueños, pero la noche había cambiado a rojo y los buitres ya no querían bailar.

martes, 5 de abril de 2011

Reflejo

Hace algún tiempo solía pasar por el bar una persona. Llegaba casi a medianoche, se sentaba frente a la ventana y bebía despacio cerveza tras cerveza.
Alguna vez intenté  conversar con él, no pude sacarle más que monosílabos. Siempre la misma mesa, la misma cerveza, la misma mirada perdida tras el cristal.
Dicen que lo vieron enjugarse una lágrima... yo eso no lo creo; parecía demasiado altanero como para ello. 
Una noche no volvió más y me dejó aquí para siempre; atrapado en el reflejo de la ventana esperando la misma cerveza en la misma mesa.

lunes, 4 de abril de 2011

Everlaw

No hay nada inexplicable.

Mi lápiz desapareció.
La mañana del 23-R me encontraba en la terminal con destino a Brindik.
Yo lo había dejado encima de la mesa y al girarme ya no estaba allí, lo he comprobado miles de veces; pero no está en parte alguna. Al principio creí haberlo comido, pero la madera y el grafito no forman, todavía, parte de mi dieta.
El lápiz era verde y atendía por W.Faber. Hace tiempo que me ronda por la cabeza un pensamiento terrible. Esta soledad me hace pensar cosas extrañas, yo nunca he tenido un lápiz verde, nunca he escrito a lápiz, ¡¡¡Un lápiz verde, qué tontería!!!
Les aseguro que no estoy solo en esta casa. Debe haber alguien, pues alguien tiene que haber cogido mi lápiz. Veo cosas que se desdibujan cuando intento tocarlas, las paredes se comban, el suelo se mueve, aparecen rostros en las puertas, me cruzo con sombras que desaparecen en el lavabo. Les aseguro que no estoy bien, incluso estoy pensando seriamente en que lugar habré extraviado mi lápiz verde.
Sigue sin aparecer Hilda, mientras los ñandúes polacos intentan calmar a un ciudadano histérico.

viernes, 1 de abril de 2011

El refugio

Una vez existió un lugar donde las noches no tenían fin en el cual nos refugiábamos, cansados de patear las calles húmedas.
Allí, al calor de unas cervezas, nos reuníamos los de siempre; los que huíamos de las aglomeraciones de patanes y vociferantes adolescentes, de los borrachos recurrentes y de las mujeres con mirada de desprecio.
Allí estábamos todos esperando quien sabe que.
El joven Nak todavía sonreía y los camareros podían fiarnos cervezas. Había noches en las que algo flotaba en el aire.Era en esas noches cuando alguien comenzaba a contar algún mito de la antigua Weisland, lo escuchábamos con los ojos entreabiertos imaginando tiempos mejores .Todo parecía pertenecernos; desde la luna hasta el Océano pasando por los ojos de la chica que se sentaba a nuestro lado.  Hubiésemos hecho cualquier cosa para que la noche no terminase,  para  tener siempre ese recuerdo y conseguir despertar a su lado, contemplando su cabello esparcido en su espalda , contemplando el sueño reflejado en su rostro,  no deseando que despertase para saborear su imagen boca abajo, plácida,  enfundada en una camiseta negra...
 Una tarde de invierno cerraron el lugar. Las autoridades acusaron al dueño de difundir,  propagar y promocionar actividades insanas Desde aquel día vagamos por la ciudad, pero aún no hemos vuelto a encontrar tus ojos