martes, 7 de junio de 2011

Morfeo 5.0

Anoche pude ver árboles que danzaban sobre estrellas dormidas. La luna devoraba tu sueño de plácidas horas caleidoscópicas. Corría la brisa para que las mujeres locas sintiesen el cosquilleo lascivo entre sus muslos abandonados.

Un mal sueño con palmeras rojas y niñas ciegas me obligó a salir de la cama. Dormías sin gusanos en los ojos. Abrí el armario y los buitres del perchero planearon en formación de duelo. Intenté acercarme un vaso de zumo de ergón, pero los vendedores de gestos habían robado los espejos.

Salté por la ventana para zambullirme en el Océano malva. Tus sueños acariciaban mi piel al nadar .La luna se balanceaba en la hamaca de las nubes escarlatas.

Quise despertarte para que vieses a los elegantes borrachos corriendo tras ñandúes polacos. Anoche pude ver como la tempestad de pesadillas arrugaba tu rostro.

La cama flotaba sobre besos cálidos y encuentros de primavera destrozada. Traté despertarte y tu cara mostraba paisajes desoladores donde el sol lloraba luces apagadas.

Anoche intenté dibujar palomas y flores, pero me salieron hienas con cuerpo de niño, golondrinas que devoraban delfines, gaviotas que rompían cielos.

Podía escuchar como hablaban los arrendajos rifándose los ojos de las niñas tísicas del sanatorio.

Anoche tuve deseos de poder escapar hacia otros sueños, pero los Ciudadanos lucían gardenias sin cabeza bajo la luz mortecina de las farolas. Corrí hasta nuestra cama para abrazar tu cuerpo y dibujar tu rostro, para recorrer tu cuerpo en viajes sin retorno; tropecé en el pasillo con mariposas y gusanos.

Supe que mi nombre no era verdadero.

La cama estaba vacía.Anoche comprobé que acariciabas fotos de un verano inexistente.Barcos azules sobre océanos erráticos.Ojos mustios balanceándose en las fauces de la luna .Rayos de regaliz sobre tu espalda de canela. Anoche también vi veleros huyendo del viento y niños sin cabeza que cantaban con su hígado.

Se oía “The weeping song” mientras caían sueños como hojas de guillotina.

Anoche perseguí un rastro de arándanos y aroma a clavo, pero solamente encontré una imagen tuya saludando a un cometa desde la ventana.

Vagué por la casa circular rehusando los juegos amatorios de los atletas sexuales y las promesas de los sacerdotes gonorreicos.

Busqué en el diccionario significados para los gestos de tu despertar.

Tu huida nocturna sorprendió a las estrellas fugaces escondidas en tu sonrisa.Anoche decidí devorar mis deseos y escupir delicias tiernas mientras vagabas perdida en mi sueño gritando nombres prohibidos, acariciando sombras desconocidas,besando tu imagen,

Anoche cerré los ojos y pude ver como se hundía el Océano.

Atrapé tus caricias mientras salía la luna magenta tras las persianas.Encontré miradas de otras pesadillas en el fondo del vaso de bourbon.
Anoche deambule por la cama y, por fin, nos descubrimos abrazados, explorándonos con ansia mientras el sol asesinaba la noche con rayos salados, de caramelo huérfano

lunes, 6 de junio de 2011

Daguerrotipo 3.0

Sus manos sostenían lo que había podido salvar: unas viejas fotografías de jóvenes sonrientes y una carta sobada con estampillas de colores desvaídos.
El aguacero caía alegre sobre el techo del último tranvía.Luces borrosas en un horizonte lejano.
Podía escuchar el Océano como una música que le acercaba recuerdos sin identificar.Podía recoger los fragmentos del naufragio y recordar la caricia del sol en su rostro.

sábado, 4 de junio de 2011

Falwai 2.0

Alguien había apagado los neones. Estaba un poco desorientado a causa del aguacero de jugo de pomelo. La brisa  se pegaba a mi traje. Un cierto aroma me incitó a emprender mi procesión noctámbula, huyendo de las señales enviadas por los tranvías repletos de aprendices de enterrador.

                              Me acerqué hasta los bares eludiendo las vomitonas de los ñandúes polacos y las miradas estúpidas de los elegantes ciudadanos. Vagué esperando encontrar respuestas a las preguntas de siempre; tal vez buscaba la sombra del joven Nak agazapado tras una copa de absenta o simplemente deseaba olvidar esas caricias y no sentir jamás ese dolor en el pecho.

                             Mis codos en la barra del garito, mis manos jugueteando con la copa y mi mirada parándose en la expresión del tratante de sueños que bebía a mi lado, en los inevitables ñandúes polacos vomitando en añil desesperación. La música era horrenda, las bebidas sabían a colector de basura, el ambiente era cutre y decadente; en aquel lugar tenía todo lo que podía hacerme feliz.

                            Intenté acostumbrarme a la penumbra, al humo de los cigarrillos baratos, al olor a vomitona y a orines, a las mujeres extrañas bebiendo con aire de melancolía, a los ciudadanos que se pasaban la lúbrica lengua por sus grasientos labios, a los camareros con mirada ausente y uñas enlutadas; volví a reconcentrarme en mi cuarta copa

                            Al fondo de la barra se apoyaba una mujer  que comenzó a acercarse. No había nada especial ni atractivo en ella y eso me interesó. Hicimos gala de cinismo y buenas maneras, evitamos cualquier comentario inteligente y las miradas anhelantes de los tratantes de sueños

                           Caminábamos hacia mi guarida bajo la noche azul mentira esquivando los tranvías pilotados por conductores borrachos. Nuestros besos eran falsas promesas e hipocresía en movimiento.

-                  No suelo ir con chicos.

Estuve a punto de decir que no me extrañaba...pero yo tampoco podía presumir de mis conquistas.

                           Lo peor llegó a la hora de iniciar las danzas rituales  del sexo. “Tienes que enseñarme, no sé”. A pesar de su ignorancia gemía, se retorcía, jadeaba, clavaba sus uñas en mi espalda; como si supiese que mi cara estaba empapada con sus secreciones. Inútilmente traté  de culminar el acto, no había manera de conseguir una erección; realmente no importaba, ella yacía boca arriba ahíta de placer. Entonces sucedió. Vio su rostro reflejado en el espejo y en la foto de la mesilla; entonces salió corriendo gritando insultos inefables.

 No la he vuelto a ver.

viernes, 3 de junio de 2011

miércoles, 1 de junio de 2011

Falsend




                                      Me gustaría poder huir hacia las calles para gritar tu nombre, pero tengo miedo del silencio que vendrá después, del vacío aterrador tras el eco de mi voz rebotando contra los muros grises de la ciudad fría y húmeda. Quisiera escapar hacia las tenues colinas flotantes, empaparme de bruma y contemplar al atardecer recortándose sobre la cumbre del Ilthis; pero la amenaza de no sentirte a mi lado hace que me olvide de los intentos por aferrarme a todo aquello que ya no puede ser.



                                   El río sigue rigiendo los destinos de los suicidas pelirrojos. Me ahogo entre el humo de los cigarrillos antes de derrumbarme sobre la cama. La ciudad tras los cristales empañados. Desasosegarse con cada golpe siniestro en los viejos relojes. En los sueños acechan sombras que me hacen estremecer.



                                  Decidir con rapidez, agarrarse al sobretodo y hundirse de lleno en la noche poblada por los tratantes de sueños. El aliento se condensa en el aire. Los zapatos resuenan sobre los adoquines. Calles viejas en las que tropiezo con gentes de mirada leve como los suspiros. Esperaba encontrarte en un reflejo de la luna roja sobre el Océano. Intento recordar tu mirada. Pasa lentamente un tren sin suicidas. Sopla la brisa del sureste. Veo suicidas con sogas bajo el brazo.



                                 Un silencio pesado acaricia los parques solitarios. Mis pies esparcen hojas secas al andar. El Océano se intuye tras las esquinas donde el viento alimenta promesas de amor. Gaviotas de cabeza pelada girando en el cielo plomizo. Olor a algas. No consigo ordenar mis pensamientos. Aplastar la cajetilla de tabaco. Nadie puede devolverme el pasado. Un largo trago de amargo licor de ajenjo. Decidir sobre un futuro inexistente. Miedo a la soledad. ¿Qué lugar que no me traiga tu recuerdo?. Nada es igual desde que tu no estas.



                    El odio dominaba mi corazón con sólo notar tu presencia. Recuerdo mi torpe hipocresía al reír contigo, al agarrarme a tu cintura cuando cruzábamos la ciudad en tu desvencijada moto. Te detestaba con una aversión que me hacia tener arcadas. Todos tus movimientos eran una tortura para mí. Me enmascaraba en palabras amables, gestos amistosos y sucias barras de taberna para intentar destruirte. Trabajaba en tu contra por toda la ciudad mientras me creías tu camarada. Escribí anónimos insultantes, torpedee tus posibles citas de trabajo, te aleje de tus negocios, anule tus posibles triunfos y, cuando me necesitaste, te abandoné.



                             No me sentí contento con aquella victoria y aproveche un encuentro, que tú creíste fortuito, para darte el tiro de gracia. Durante la cena en aquella taberna cercana a los muelles hablamos de tu mala suerte. Estuve perfecto en el papel de amigo invitándote a innumerables jarras de vino que bebías como un autómata. Paseamos por las viejas calles empedradas insultando a los ñandúes polacos. Decidí, entonces, contarte la verdad. Una farola arañaba la niebla. Lo comprendiste todo poco antes de que te arrancase el corazón. Tu rostro se quedo al alcance de los tratantes de sueños para que apreciasen tu mueca de amargura.



                      Desde ese instante una parte de mí encontró reposo, pero tarde solo unos días en comprender que mi vida ya no tenia sentido. Mi odio nacía de la envidia de no poder amarte, de no entenderte; ahora consigo darme cuenta de que estaba cautivado por todos tus actos. Eras todo lo que yo deseaba ser, hacías todo los que yo jamás me atreví a realizar.



                     Estoy solo, sentado frente al mar, dándome cuenta de mi error. Nada puede volver a ser como antes. Siento nauseas de mí mismo. Pasa un tranvía amarillo cargado de violadores frustrados. Oigo el martilleo de los Ciudadanos en celo. Nadie puede ayudarme, perdí mi tiempo destruyendo lo que realmente amaba. No puedo continuar. Hundiéndose en el Océano puede verse, al fin, a la moribunda y roja luna. Todo se completa.



                      Encontraron el cadáver en una callejuela sin nombre. El corazón había sido arrancado.No pudo soportar tanta soledad, incluso inventó un camarada con el que compartía sus desdichas, también culpó este de todas sus desgracias cuando todos sabíamos que había sido él mismo quien se había buscado la ruina.