La realidad intervenida por los deseos. Los sueños ya no cotizan en la bolsa de tus madrugadas sólo suben las acciones de las pesadillas recurrentes. Los anhelos aparcados por la monotonía diaria..
Todo trufado con el aroma reconfortante de la mentira, el dolor y la derrota.
Deslizarse cuesta abajo, sin frenos, con una sonrisa en la cara y el convencimiento de que el golpe será inevitable, doloroso ;tal vez mortal.
Resbalar hacia el abismo queriendo abrir las alas negras y remontar el vuelo hacia una noche cada más oscura.
Rodar ,alegre, entre las sombras sabiendo que, en cualquier instante, sentirás esa mano fría en el pecho y otros dientes en la garganta.
Patinar sobre el océano congelado silbando tu canción favorita mientas el hielo se resquebraja bajo tus pies.
Atisbando el final en una revuelta del camino deseando solamente una mano cálida, un abrazo sincero y una voz conocida al oído susurrando que todo va a salir bien.
Agarrado al extremo de un sueño,sólo tenía que abrir los ojos para que se convirtiese en pesadilla.
Esos hachazos de realidad para mentes idiotizadas, para simples y bobos que siempre aguardan la recompensa del hueso y sólo obtienen la carcajada, el escarnio, la burla y la indiferencia.
Esas puñaladas tan evidentes que se ven venir ,pero que todavía te niegas a asumir su procedencia.
Esos golpes directos que destrozan el hígado, pero que ,de manera ilusa, crees que puedes evitar.
Esas traiciones ligeras que terminan por arrasar lo poco que quedaba de ilusión inocente.
Esas palabras leves e inanes que otros creen que se las llevará el viento y acaban enquistadas en los restos de un alma que tardará en recomponerse.
La fragancia a derrota que llevas prendida a tu cuello para exorcizar a los diablitos que siguen sonriendo en tus sueños, haciendo cucamonas en el espejo y mordiéndote las tripas cada mañana.
El olor a muerte se extiende por todos los lados, No parece que vaya a haber nuevos amaneceres q y sólo puede imaginar un fundido a negro sobre u Océano sucio, repleto de restos certezas horrendas y pesadillas demenciales.
El aroma a destrucción pegado a las yemas de los dedos, impregnando el cabello de las hermosas jóvenes que sonríen tristes en sórdidas páginas de contactos, flotando en las habitaciones mugrientas de hombres que no esperan nada más que la última sesión de su tortura cotidiana.
