La fragancia a derrota que llevas prendida a tu cuello para exorcizar a los diablitos que siguen sonriendo en tus sueños, haciendo cucamonas en el espejo y mordiéndote las tripas cada mañana.
El olor a muerte se extiende por todos los lados, No parece que vaya a haber nuevos amaneceres q y sólo puede imaginar un fundido a negro sobre u Océano sucio, repleto de restos certezas horrendas y pesadillas demenciales.
El aroma a destrucción pegado a las yemas de los dedos, impregnando el cabello de las hermosas jóvenes que sonríen tristes en sórdidas páginas de contactos, flotando en las habitaciones mugrientas de hombres que no esperan nada más que la última sesión de su tortura cotidiana.
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