Es en estas noches enormes y negras cuando se da cuenta de lo inútil que es gritar en las pesadillas. Eres tan inútil e invisible que ni la noche se digna en devorar tus sueños. Eres tan insignificante como para que la oscuridad siga ignorándote. Y así, permaneces anclado en la noche para evitar la deriva hacia la nada.
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