Aeroplanos,
aeropuertos; niebla. Conocer personas con las que difícilmente volveremos a
compartir momentos, personas que parecen venir del fondo de los recuerdos.
Lluvia, faros
que arañan la oscuridad. Monte. Humedad. Conocimiento.
Teléfonos.
¿Hay realmente alguien al otro lado? ¿Existe ese otro lado? Egoísmo, narcisismo
y tiro porque me toca.
Aviones,
esperas, embarques. Pastilla de la felicidad. Tenue sensación de libertad, libertad
condicional.
Regreso a la
anormalidad consentida. El rutinario proceso de autodestrucción, de auto
convencimiento, de autodefensa; mentiras piadosas para seguir respirando.
Formarse. Estudiar.
Todo un alarde de imposturas. Consolarse con segundos premios.
Regreso al
templo de la sabiduría. Rostros conocidos y sensación de hogar.
Primavera
¿Quién dijo miedo?
Música, siempre
la música. Noches eternas, hechiceros sin magia, canciones inventadas, copas,
catarsis reveladas y memoria caprichosa.
Primavera
¿Quién dijo miedo?
Electricidad.
Telekinesis. Sensaciones únicas y extrañamente reconocibles.
Seres que
pululan. Seres que acechan. Seres que pretenden ser lo que no son ¡Caretas fuera!
Regresos. Hermosos
regresos a lugares que no se olvidan, a lugares donde acurrucarse, a sitios en
los que esconderse de uno mismo. Librar esa batalla en la que nadie es
derrotado. Retorno a paisajes en los que olvidarse de uno mismo y fluir hasta
la extenuación.
Soltar lastre,
más lastre. Avanzar despojándose de lo prescindible, moverse dejando de lado
los espejismos. Elevarse o evitar la caída; liberarse del peso muerto.
Soltar lastre.
Tomar distancia. El momento de saltar al vacío parece más cercano. Miedo al
abismo. La llamada de la necesidad, la sima que nos abraza. El final que se
atisba, que se desea; pero no termina de llegar.
Epifanías. Llega
la epifanía; la revelación. Un clic y todo encaja. Renuncias y sacrificios,
dejarse llevar por lo efímero a cambio de lo esencial. Renunciar a lo inmediato…
¿Alguien ha dicho conejo?
¿La familia?
Mal, gracias. Perennes ausentes, sólo listos para escucharse a sí mismos. No
les pertenezco ni quiero pertenecerles. Convención social, vínculo impuesto.
Electricidad. Conversaciones. Manos en el cuello. Complicidades. Dejarse llevar. Separados al nacer. Fluir. Dejarse llevar. Trascender. Un futuro brillante e incierto. La chica del 99.
Desde tan lejos,
tan lejos. La memoria recupera imágenes, sensaciones, gestos. Los recuerdos que
nadie tuvo regresan en blanco y azul. Revivir. Reiniciarse. Desde tan lejos,
otra vez.
Mirar hacia
delante. Futuro o presente. Posibles escapatorias. Siempre tiene que haber una
salida, debe haber una salida.
Penitente de verano.
Playas engalanadas con rosas en la orilla. El Océano. La sal. Alguien, hace
siglos, me definió de esa manera
Otoño de: lucha, desconcierto, lluvia, café, exámenes, estudio,
luchas sin apenas recompensas, renuncias y zancadillas.
Risas, siempre
risas; que nunca falten las risas.
Fluyendo…o
como narices lo llamen ahora. Fluyendo con una sonrisa en la cara. Fluyendo con
los ojos brillantes.
Fluyendo en
meandros paralelos o en corrientes suicidas. Fluyendo en aguas conocidas o en
rápidos traicioneros.
Las petardas:
todas ellas; sin disculpas. Numeradas desde el 1 al infinito. Ristras de
petardas. Petardas, que no saben que lo son, unidas por una sola característica:
su infantil egoísmo, su tremendo egocentrismo. Petardas que ya no harán daño,
que significan poco más que una sombra o una olvidada pesadilla.
Seguir
desentrañando caminos, continuar descubriendo sonrisas, insistir en la
búsqueda; no hay tiempo ni espacio.
Final de
camino con días tan azules que duelen, tan grises que estremecen mientras el
sol y la lluvia juegan al escondite.
Perseverar en
la ruta hacia aquel punto que se atisba en el horizonte mientras conservamos en
la memoria la caricia buscada, el abrazo perfecto, el beso estremecedor, el
deseo que quema y la compañía que calma.
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