La pelea por no desaparecerse en el marasmo del tedio cotidiano empuja a Nak hacia calles infestadas de Ciudadanos sonrientes con la bragueta abierta y manchas sospechosas en los pantalones.
El silencio en su cerebro y los callejones jalonados de ñandúes polacos vociferantes,muchachas de culos prietos y madres desesperadas por conseguir un polvo rápido con un oficinista de aspecto bohemio.
Nak se sentía transparente hasta que se golpeó contra la realidad en forma de amanecer frío y solitario.
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