Nak aguarda en la esquina de la calle a que el sol del otoño derrita sus escasas esperanzas para poder elevarse con sus alas cansadas sin ningún peso muerto como lastre.
Nak aguarda y mientras tanto no deja de soñar con horizontes oscuros y heridas sin cicatrizar.
La tarde le sorprendió en el mismo lugar con las esperanzas aferradas a sus alas.
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