Atardecer asqueroso y púrpura.
Atardecer para morirse de asco apestando a gasolina y aceite acordándose de sus maravillosos ridículos.
Atardecer de risa nerviosa mientras aprietas el mango de algo afilado como los susurros de una noche lejana.
Atardecer fundido en caricias y espejismos con aroma a sexo barato y naftalina.
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