No era mala opción dejarse llevar por el olor fuerte a sexo húmedo,por el sonido de gemidos ahogados y llegar hasta las habitaciones cerradas de los apartamentos de sucias paredes donde nadie esperaba.
Esas habitaciones vacías con camas revueltas y sábanas usadas en las que aún resonaban los susurros de placer mentiroso y se podían sentir las caricias dibujadas con desidia.
Nak cerraba los ojos y escuchaba el rítmico sonido del colchón en la habitación vecina y solamente quería abrir los ojos frente al Océano.
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