"Esta brisa se merece un largo trago de vodka caliente derramado sobre el vientre de una mujer de ojos tristes".Las palabras del oficinista llegaban a Nak amortiguadas por los vapores alcohólicos.
Decidió dejar la decadente terraza,repleta de barbas y cabelleras oxigenadas.
Nak regresó hacia su guarida húmeda y desordenada,vomitando en cada esquina.eludiendo a los ñandúes polacos y deseando despertar de la pesadilla recurrente.
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