Cuanto más cerca se siente del otro, más ansias tiene de volar hacia el horizonte.
Cuanto más tiempo emplea junto al ajeno, más desea galopar sin rumbo por las interminables praderas.
Cuanto más sabe que la presa no escapará de su hermosa trampa, construida con tanto mimo, más busca distanciarse y sentir así la embriaguez de su propio dulce poder.
Cuanto más lejos vuele, más grande, duradero e invisible se hace el vínculo, porque no existe el regreso para quien jamás se ha ido del todo.

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