"Penumbra. Sábanas revueltas. El aire tibio. Huele a mentiras, sexo y madrugada pegajosa Nak está tumbado de lado, mirándola, No hay música. Se puede intuir el rumor de la calle en la que pasa algún tranvía cargado de oficinistas alcoholizados.
—No pensé que esto pasaría —dice Nak, sin dramatismo.
—Yo tampoco —responde ella, con una sonrisa tranquila.
Silencio.
—¿Estás bien? —pregunta él.
—Sí. Sorprendida. Pero bien.
—¿Sorprendida por qué?
—Por mí. Por ti.
Nak asiente.
—¿Te arrepientes? —pregunta .
Ella lo mira. No aparta la vista. Irónica ,lejana ,triste;casi traslúcida;tan espectral que causa ternura.
—No.
—¿Y te asusta?
—Un poco. Pero menos de lo que pensaba.
Silencio. Incluso se han detenido los relojes y los trolebuses.
—¿Por qué no pasó antes? —pregunta Nak.
Ella suspira.
—Porque no me atrevía. Porque tenía miedo. Porque tú estabas demasiado cerca y yo… demasiado lejos.
—¿Y ahora?
—Ahora estoy aquí. No sé por cuánto tiempo. No sé si puedo prometerte algo. Pero estoy aquí, en Weisland.
Nak se incorpora un poco. Le acaricia el pelo.
—No quiero promesas. Solo verdad.
—¿Y cuál es la tuya?
—Que te he querido mucho tiempo. Que no sabía si era obsesión, deseo... .por primera vez, no me duele estar contigo.
Ella sonríe. Le besa .
—Yo también te he querido. A mi manera.
—¿Y ahora?
—Ahora quiero saber si puedo quererte sin miedo.
Silencio largo. No incómodo. Profundo.
—¿Y qué hacemos con esto? —pregunta Nak.
—Lo vivimos. Sin prisa. Sin culpa. Sin esconderlo.
Nak se tumba de nuevo. Ella se acurruca contra él.
—¿Sabes? —dice ella—. Pensé que si alguna vez pasaba esto, me rompería.
—¿Y?
—Me ha reconstruido."
No quiere seguir leyendo, Nak cierra el libro , lo lanza contra el espejo y éste lo engulle...