Soñaba con su cuerpo alto, moreno, delgado junto al suyo fundiéndose en una pugna sin fin de murmullos entrecortados. Soñaba que soñaba. Soñaba su cuerpo, sus gestos, sus caricias; pero no soñaba su voz.
Al despertar se tranquilizó y ya no quiso volver a soñar.
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