Acudieron al gran espectáculo de las despedidas programadas. Los vendedores de lágrimas hacían buen negocio.
Nak no podía dejar de reír a grandes carcajadas viendo tanta congoja patrocinada en grandes cartelones. Jovenzuelas lloronas abrazadas a sebosos hombres que no disimulaban sus erecciones,madres asfixiando a sus hijos imberbes que partían hacia lugares desconocidos donde pretendían gastar todo su dinero en garitos malolientes y lupanares infectos repletos de chinches.
Nak seguía riendo mientras apuraba una cerveza caliente,cada vez le gustaba más la parafernalia de los adioses;a lo lejos se enterraba un sol verde en ese instante comenzó a recordar todas las veces en las que había derramado lágrimas para que las vendiesen en el gran espectáculo de las despedidas programadas.
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