Parecía que el tiempo se detenía en esa caricia leve e inocente,en aquella mirada brillante, en los labios húmedos.
Parecía que los relojes no avanzarían jamás,pero la billetera ya estaba vacía de papeles de colores y Nak debía volver a patear las calles eludiendo a los tratantes de sueños y a los Ciudadanos ebrios.
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