No hay nada como la soledad asquerosa y sucia de un vagón de metro atestado de oficinistas salidos.Nak aspira el olor acre, siente unas manos palpando su culo y el aliento,cargado de alcohol, de una mujer a cinco centímetros de su cara.
Nak cierra los ojos y sigue sintiéndose solo,demasiado solo.
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