Nak caminaba bajo los soportales huyendo de la llovizna tenue de zumo de albaricoque. Estaba teniendo el octavo deja vú de la mañana mientras intentaba no pisotear los cuerpos de algunos ñandúes polacos que aún no se habían recuperado de su penúltima borrachera, Apretó el paso, buscó otro bar abierto en el que guarecerse y sólo encontró ecos de recuerdos en paredes vacías, esqueletos de tranvías abandonados en mitad de la calle, Ciudadanos de mirada asquerosa acechando en los zaguanes y vomitonas en el fondo de calles inexistentes.
Seguía cayendo la lluvia y ese ya era el noveno deja vu del día.
Creyó ver a Molibdeno reflejado en un escaparate. El Océano se intuía en el aire y las gaviotas chillaban en tonalidades grises. Quizás existían las montañas detrás de aquel manto gris y naranja. Hacía frío.
"Siempre hace frío en esta pesadilla" susurró alguien a su espalda ,pero sólo había un espejo vacío en el que Nak nunca se reflejaba.
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