¡La raya, la raya! Gritaba desesperado. Te la habrás esnifado, so capullo. No, no es esa raya, es la línea que no hay que cruzar...o si. ¿Cruzar? Si, cruzarla para perder, para hundirse, para no pensar más.
Le dejamos allí, palpándose el cuerpo...quizás buscaba la raya, la línea u otra cosa que le hiciese llegar hasta el próximo amanecer.
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