Las enormes garras que le destrozan las entrañas en sus pesadillas se convierten en las caricias mentirosas,en las miradas cálidas o en los labios ausentes en sus vigilia.
Nak aguarda las señales de los tratantes de sueños mientras acaricia la entrepierna áspera de una mujer extraña.
Afuera el viento arranca algunas cabezas y se lleva las nubes negras.
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