Los mediodías de otoños aparcados bajo el gris plomizo de firmamentos imposibles.
Es silencio y ganas de querer,es extraña luz y ganas de rebuscar mariposas en los cubos de basura.
El remedo del Océano resbala entre enormes torres repletas de vacío y dinero de dudosa procedencia.
Nadie con quien compartir estos momentos de alegre mentira.y deseos irreprimibles de ser devorado una y otra vez por los propios miedos.
Nak guardó su sonrisa otoñal en el bolsillo de su camisa blanca y siguió buscando mujeres locas en los vagones de los tranvías amarillos.Había comenzado a llover en gris mercurio y la tarde se presentaba vacía de tratantes de sueños.
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