El peso del tiempo sobre sus hombros. Las jornadas alargándose hasta que el sol asesina al Océano.
Buscando siempre una respuesta a la que aferrarse en noches sin fin, en amaneceres rotos o en el fondo de los zaguanes donde nadie irá a buscarte cuando la compasión termine contigo.
Las horas cayendo una tras otra sin remisión. Los días que se suceden en una cadena monótona.
Gritar y que nadie escuche. Arañar los sueños y perderlos entre los cubos de hielo que se deshacen en la penúltima copa apurada sin ganas.
El paso de los minutos ,el reloj que se deshace; no hay cura para esto. No hay remedio para alejar los errores. No hay remedio porque el destino aguarda en el fondo del zaguán.
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