Orgullosos. Envarados. Midiendo la calle con sus pasos.
Uniformes negros. Es todo tan previsible.
Tan jóvenes, tan distantes; tanta crueldad.
Sus botas de clavos pisotean el asfalto. Frente a su orgullo, el miedo. Frente a su odio, la esperanza.
Todo tan conocido como las viejas leyendas y los monstruos ancestrales.
Destruyendo. Nada crece bajo sus botas.
Fotos de niños sonrientes en sus carteras, Alguien afirma que han tenido madres y que fueron buenos alumnos en la escuela.
Tan previsible como la línea que forman frente al paredón.
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