Jugábamos a poder ser nosotros mismos mientras la luna corría tras las estelas de los balandros .Nak galopaba sobre los sueños de una jovencita llamada Cinkomilylakama.
Consultamos la hora en el inexistente reloj de nuestros corazones marchitos y supimos que era el momento de beber vientos del norte en el escote de las putas.
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