La brisa venía cargada con sones de "My guy is far away" en versión de la Filarmónica del Beresina. El cielo estaba arriba, sacudiéndose el pelo mojado, lo cual era doblemente extraño porque las nevadas en azul fiebre lo dejan a ras de tierra jadeante y tierno. Los relojes señalaban la dirección de las horas y del viento, esto también era inusual porque recordó que jamás nevaba con viento en dirección a las 22:54 p.m. Buscó en los bolsillos de su chaquetas la petaca semivacía de licor de moras y pomelos pero, hecho curioso, reconoció enseguida el sabor del zumo de hígado de tuberculoso. Caminaba sin rumbo. Se acercó demasiado a los patíbulos itinerantes vacíos a causa del descanso de los verdugos, lo que era desgracia para la enorme cantidad de voluntarios que se agolpaban en las ventanillas de las Oficinas de Reclutamiento
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