jueves, 27 de enero de 2022

Nak 490.0

 La piel, territorio de batallas incruentas, se erizaba con el roce sabio y travieso. Sentía su respiración contra su cuello. Entrelazados en penumbra  envueltos en música, saliva, sudor; ya no están jadeantes ni con las mejillas arreboladas. Sus  bocas aún saben a sexo, palpitante  y cálido. El aire cargado de ese olor tan conocido y deseado. Notando como sus dedos recorren caminos en su piel, buscando atajos, encontrando rutas, retomando singladuras. 

Encuentro de miradas. Brillo, travesura, picardía. Desperezarse entrelazados  intentando vencer la  tentación de nuevos desafíos y cayendo en ella plenos de sonrisas, distendidos y cómplices.

Abrazos y despedidas con guiños y promesas. Nak se  quedó un  momento embobado por sus largas piernas morenas, su piel cetrina y  su cabello negro como el ala de un cuervo.

Ojeó su teléfono para comprobar si se había confirmado la cita pendiente desde hacía varios días. Sonrió, ciertas costumbres no cambian; en ocasiones conseguir cuadrar horarios era mucho más complicado que organizar una cumbre del G7.

Esperó relajado, todavía había tiempo para cerrar los ojos y recuperar olores, caricias y palabras; siempre las palabras. Esperó a que sonase el teléfono, se estremecía antes de escuchar su voz y sólo quería encontrarse en sus ojos sabiendo que nadie jamás le había mirado ni lo miraría de esa manera.





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