Los silencios atravesados en la garganta y las caricias muertas en la punta de los dedos. Las miradas perdidas en el horizonte cotidiano y los pasos llevando hacia un ocaso donde nadie aguarda.
La soledad de los amaneceres fríos y azules. La desidia de las mañanas y la monotonía de tardes anodinas. Esperando que llegue de nuevo otra puesta de sol Nak bebe con calma de su copa mientras los tranvías pasan cargados de Ciudadanos obesos y señoritas de compañía.
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