Señoras que no son estupendas siendo muy peliculeras con asquerosos Ciudadanos de abultado vientre granujiento que intentan follarlas al ritmo del penúltimo DJ borracho. Gimen y se remueven en paroxismos casi cómicos. Un fingimiento tan estúpido como inútil pues todos saben que la temporada del ñandú en celo ha pasado hace ya tiempo.
Sus gritos se pueden escuchar en esas noches húmedas, frías y desoladoras que abundan en Weisland y en las pesadillas recurrentes de Nak. Nak apunta los fingidos orgasmos en una vieja libreta y bebe, lentamente, un vaso de ginebra aguardando que ,alguna vez, cuadren los balances.
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