Olor agarrado a las fosas nasales, a la garganta. Humedad acampando en el cuerpo, asentada en los huesos, enseñoreándose en las articulaciones.
Acurrucado en un rincón Nak se refugia del frío y de las pesadillas. La noche empapada de derrotas y mentiras reclamaba almas perdidas y cuerpos rotos. La habitación se encogía entre manchas oscuras y el vaho.
No había ni escapatoria ni esperanza...y el reloj se había quedado encallado en la hora de las desdichas.
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