La estrategia. Los planes. Los castillos en el aire. La mano que recorre la espalda ausente. Las caricias que se quedan en el aire.
Las expectativas. Los deseos. Las palabras gruesas que se gritan entre cuatro paredes cuando crees que nadie te escucha.
La táctica. El movimiento preciso. La obsesión unívoca. El objetivo bidireccional. Los gemidos que guardaste en un recuerdo que ya nada significa.
Los diferentes métodos. La lascivia imaginada La concupiscencia enroscada en los pensamientos más nimios. La piel que no se roza, Los susurros que creíste escuchar en tus oídos.
Construir un discurso tan falso y vacío como las palabras que adornan madrugadas frías y solitarias. La estrategia que busca orgasmos sordos y unidireccionales. La planificación necesaria para conseguir no ahogarse en la conmiseración. Los jadeos que te despiertan por la noche mientras todavía crees sentir unos dientes que te devoran y sólo quieres volver a ese instante para dejar que tu cuerpo implosione.
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